Poemario: Conexiones Mágneticas


Conversación en Invierno

  • Poesía

Estoy en un rincón de la calle,
esperándote, extrañándote.
Buscando alivio en el viento,
llorando y pensando en ti.
Estoy solo como un poste azul,
esperando la noche para brillar,
¡Perdón! para dormir suspirando,
para suspirar, para eso.

Si llega un remolino
y me da la mano para seguirlo,
no voy,
quiero esperar aquí hasta que tú regreses.
Si nos encontramos que sea hoy
que el sol está rojo de rabia,
que sea en medio de la arena
donde la lluvia ha llorado.
No quiero gritos ni silencio,
no necesito risas ni llanto,
¡Tú sabes! como soy.

II

Pierdes el tiempo explicando
que el amor no entiende razones,
echas agua al mar pensando
que creo en tu ironía tonta.
Sueñas si piensas
que voy a volverte a llamar.
Deja lo poco que tienes
en un hoyo debajo de la vereda,
yo lo cuidaré, yo lo cuidaré.

Crees que estoy loco
y aún así te dibujo
en el asfalto negro de la avenida.
Una locomotora huye,
atraviesa nuestro parque,
huye con las flores,
las hojas verdes
y los árboles muertos.
--¿Y tú qué haces?
sólo miras atónita lo que queda,
no te das cuenta que lo demás
se ha ido para siempre.
--¿Y la banca de piedra?
¡Qué puedo decir!
el día que te fuiste
ella también se fue.
--¿Y la santa del parque?
De ella no me acuerdo,
tal vez nunca la vi.
--¿Cómo que no la recuerdas?
No, aunque parezca extraño,
no la recuerdo. Probablemente
nunca escuchó mis peticiones. 

III

¡Cuidado! la cruz de palo
ha caído sobre un  rosal.
¡Escucha!
como lloran las espinas
al presagiar el destino funesto.
Así lloraba ayer que no estabas,
así lloro hoy que estás aquí
sabiendo que te irás
para nunca volver.
--No me iré de tu lado.
--Mientes, hace tiempo que te has dio,
hoy eres sólo un vago espejismo.
--¡Créeme! ¡Por favor!
--No puedo, he perdido el valor,
mi escudo de hierro voló tras tu huella,
y hoy no tengo nada.
--Me tienes a mí.
--Preferiría no tenerte,
vivo feliz sintiéndome solo.
--¡Te amo!  ¡Te amo!
--Ayer no decías eso,
hoy que lo dices
tu voz es sólo un recuerdo.
--Dame tu mano, dame tus labios,
quiero tocarte, quiero besarte,
ser tuya hasta la eternidad.
Si el amor es eterno,
las promesas son mortales.
--¡Por favor! concédeme tu perdón.
--Te lo concedo mi amor,
ahora has vuelto a ser mujer
y yo siento ser tu hombre.
Caminemos,
dejemos atrás la ciudad sin parque.
Juntemos nuestros cuerpos
bajo la palmera del reencuentro,
caminemos hacia el resplandor de la caricia,
donde el tiempo no tiene tiempo
para fingir un amor a destiempo.