La soledad dormida en un sueño
- Poesía

Dame tu mano de carbón, no temas,
camina conmigo sobre este charco de sal.
No creas en supersticiones, ¡Por favor!
bota ese manojo de ruda,
sácate ese collar de limones secos.
Dame tu mano y siente el calor de mi cuerpo,
ya verás vamos a llegar al otro lado.
Así dibuja tus huellas en el barro,
no intentes correr, pues terminarás sin poder andar.
¡Que fácil! mis zapatos de ocre se quiebran.
Mira, mi cara se está derritiendo como cera.
¡Anímate! sacúdete el pelo,
estamos pasando el último retazo del mal.
Hay un letrero en las faldas del cerro:
“Soledad, soledad” ¡Qué importa!
son sólo profecías, creencias para ignorantes.
Dame tu mano,
ahora eres de carne y hueso,
tócame, sóplame el ojo,
un grano de arena obstaculiza mi visión real.
No, no te vayas,
no te transformes en viento.
Mira el cielo azul, las piedras brillantes,
patéame con la fantasía de tu corazón.
Sigue, es fácil,
detrás del cerro tengo mi casa,
una laguna y un libro de tonterías ficticias.
¿No me crees?
detén tus pasos y te explicaré.
Siempre fuiste así,
me lo diste todo y después me dejaste sin nada.
Te voy a buscar, no escaparás de mí,
mañana te dibujaré en mi sueño,
entonces no despertaré hasta besar tu boca.
No te rías, voy abrir los ojos
y te vas a quedar sola,
perdida en la constelación de la inexistencia.
Hasta mañana, es hora de despertar,
el sol está nublando mis ojos.